Duelo
Duelo, normalidad y psicoterapia
El duelo es un proceso universal, en cualquier momento puede tocarnos a cualquiera. La manera de sobrellevarlo es individual: lo que a uno ayuda no tiene porque ayudar a otros. Repercute en nuestros pensamientos, emociones y conductas.
En general, de una manera o de otra la forma que tengamos de relacionarnos con nuestros componentes internos, nos acompañará y afectará de manera distinta a lo largo del tiempo. No siempre se requerirá ayuda profesional; sin embargo, en ocasiones sí.
¿Qué caracteriza a un duelo “normal”?
Para contestar a esta pregunta, quiero citar a Miguel Hernández, en su Cancionero y romancero de ausencias, que he releído hace poco. Como persona con duelos, me llegan muchas palabras, muchos versos… Como persona que atiende a personas con duelos, también.
Entresaco solo dos versos:
“Los muertos, con un fuego congelado que abrasa,
laten junto a los vivos de una manera terca.”
(“Hijo de la luz y de la sombra”)
Se notan las ausencias; la ausencia abrasa, ese hielo abrasa, la constatación de lo que no está presente (y se ha querido y tenido) y se sabe que nunca más se va a tener. Su recuerdo abrasa y se repite, se repite… –eso es el duelo.
En este caso, el poeta tenía muy presente el recuerdo de su hijo muerto y le abrasaba (el niño falleció con 10 meses). Era consciente que no le podría suceder y que nunca sería:
“porvenir de mis huesos
y de mi amor”
(“Nanas de la cebolla”)
La ausencia del ser es lo que queda y su recuerdo.
Esta pena insoportable es lo que perdura en “el doliente” en su interior, sea dónde sea de sus redes neuronales, conciencia, alma… Esa persona ya no “existe” en el exterior, en el mundo y no podemos estar con ella ni nada de nada.
Elaboración del duelo
El duelo se va elaborando y se van atenuando los sentimientos, aunque casi continuamente se tiene presente. Esto lo dicen muchas personas, “cuándo pasa el tiempo, me acuerdo más, de otra manera… a veces, le llamaría para contarle algo que me ha pasado…”, (refiriéndose a un padre ya fallecido, por ejemplo), “luego, recuerdo que no está, da pena… me reconforta lo positivo, todo lo bueno…” y palabras similares.
Se dan duelos a lo largo de la vida, que pueden ser diferentes entre ellos y como decía al principio, también entre las personas hay grandes diferencias individuales en cómo se viven. Depende de muchos factores: cercanía y tipo de relación con la persona, circunstancias del proceso, momento evolutivo en el que se da la pérdida, etc.
Si ves que con el tiempo, no logras integrar los recuerdos es señal que algo más te pueda estar pasando y tal vez, necesites ayuda profesional. ¡Llámanos! Te escuchamos.
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Maite García, Psicóloga Clínica y Coach, PS|CO