Dependencia, independencia e interdependencia

Y, yo, ¿cómo soy? ¿cómo me relaciono con los demás? ¿cómo son las personas con las que suelo interactuar? Estas son las preguntas habituales tras la lectura de nuestro post Hacia la interdependencia. Nuestro interés en este post es avanzar y tratar sobre la manera de hablar y definirnos, para que nos sirva en nuestro autoconocimiento y en nuestras relaciones en diferentes áreas de la vida.

Analicemos el lenguaje de la (in)(ter)dependencia:

La dependencia tiene…

Frases del tipo: “Por tú culpa estoy así”, “tú me haces sentir de esta manera” indican un bienestar subordinado a otra persona y posiblemente, están indicando una dependencia de ella. Con añadidos como: “y, además, con todo lo que he hecho, va y me dice…”, “yo estoy bien si él (o ella) está bien”, es factible confirmar la existencia de un discurso de dependencia. Seguramente, todos hemos escuchado a personas que tienden a hablar así y encontraremos un montón de frases similares, juicios, reproches….

Podemos imaginar que estas personas están reaccionando continuamente a lo que les sucede: su centro son los otros, no ellas mismas. Observamos un lenguaje reactivo y un uso excesivo de la palabra TÚ. Si nos ponemos en su piel, fantaseando sobre su mundo interno, daremos una importancia extrema al TÚ, quedando el YO como prácticamente anulado. El centro es el TÚ: dependo de ti para definirme, necesito de ti para tirar adelante en la vida.

Defendemos nuestra independencia

“Yo solo”, “Soy capaz de hacerlo”, “A mi manera”, son ejemplos de expresiones que nos dejan ver un discurso de independencia. Desde un punto de vista ontológico, revelan un avance desde el punto anterior: me reafirmo en mi independencia y en mis propias capacidades. El lenguaje es proactivo, empleando en exceso la palabra YO (y similares).

Está bien en una etapa de la vida y es necesario pasar por ella para aprender a manejarnos solos. ¿Cuál es la amenaza? Quedarnos anclados en esto: YO, YO, YO…, sin importar el TÚ.

Un “A lo mejor, soy muy bruta, pero te tengo que decir…” seguramente irá seguido de una frase demoledora para la otra persona sin importar para nada su opinión ni sus sentimientos. El famoso verso “Yo soy yo, tú eres tú” está genial, ratificamos que somos independientes y válidos, pero puede ser cruel si no “vemos” a ese TÚ, si no somos cuidadosos en el trato. Y, eso es un poquito lo que puede pasar si el centro es el YO, anulando al TÚ y no dependiendo de ti para nada

Soy una persona completa y en equilibrio dentro de una relación

Vivimos la interdependencia cuando usamos expresiones del tipo

“Somos un equipo, juntos lo podemos conseguir”, “Comprendo lo que dices, opino diferente, pero creo que si lo hablamos encontraremos una solución” implican tanto al TÚ como al YO, y los convierte en un NOSOTROS. La interdependencia es más evolucionada que las anteriores y como vimos, es necesario ser independientes en general y manejarse suficientemente bien solos. También es necesario tener en cuenta al otro y “equilibrarnos” de manera sana para ser “dos” o más. Si se dan las condiciones para ello, se favorecerá la creación de relaciones interdependientes en pareja, familia, equipo de trabajo, etc.

El centro somos NOSOTROS, como algo mayor que uno mismo o la suma de sus partes. Este nosotros está formado por personas, con su propio valor, no por piezas ni medios para nada.

Sabemos que solo son unas pequeñas notas que nos pueden ayudar a vislumbrar en qué punto nos encontramos en diferentes áreas de la vida. Somos conscientes que son breves y concisas, y que no pueden abarcar la complejidad de las relaciones humanas. En este aspecto, queremos señalar que hay situaciones que, aunque se utilice el “nosotros” de una manera o de otra, no se hace de manera genuina sino para camuflar el “yo” y hacer un uso manipulativo del “tú”. Si esto se da, el ambiente es tóxico y es conveniente detectarlo y hacer algo al respecto.

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