25 Ene

Ventanas al inconsciente Post 3

¿Dónde están las llaves? Relato autobiográfico


¿Les ha pasado alguna vez que de un gran enfado sale un profundo cambio en la vida?

¿Se han preguntado si ese enfado fue genuino o se relacionaba con algo que ya se gestaba internamente?


De una experiencia propia de este tipo quiero, en este post, ejemplificar cómo nos damos cuenta en algunas ocasiones de lo que nos conviene y seguimos hacia ello.

Este post se encuadra dentro de la serie Ventanas al Inconsciente, empezada hace un tiempo en nuestro Blog. Esta serie se centra en el relato de viñetas cotidianas donde se trasluce el inconsciente y cómo emerge hacia la conciencia.

 

¿Dónde están las llaves?

Me mudé de casa hace años, en una época mía muy distinta de la actual, tanto en lo personal como en lo laboral. Me había decidido, por fin, después de unos meses de intensa búsqueda, en un verano de intenso calor. No fue difícil la mudanza -no tenía entonces tantas cosas, y soy organizada. Aprovecho para esa autorrevelación: en un tiempo prudencial, ordeno lo que sea. Tuve tiempo, preparé cajas y ¡hasta tiré cosas! También tuve ayuda. La logística fue sencilla y llegaron con bien mis enseres y escasos muebles.

El día de la mudanza se llenó de cajas, maletas, bolsas, ocupación intensa y agradecimientos por la ayuda recibida. Pasa el día siguiente, como suelen ser los del primer día de algo nuevo: no paras ni un momento, ni piensas en nada más que no sea lo que te traes entre manos.

A la noche, me doy cuenta de que “toca” regresar al trabajo tras varias semanas de “vacaciones”. Ningún entusiasmo me vino y no me quedó otra que aceptarlo. Inmediatamente, surge la gran pregunta: ¿Dónde están las llaves? Tengo que explicar que en la unidad donde trabajaba necesitábamos llaves internas y cada día llevaba el llavero conmigo. Era más complicado y molesto depender de los compañeros para ir de un sitio a otro. ¿En qué caja estarán? voy preguntándome mientras miro aterrada la pila amontonada sin abrir…. ¡Ay!

 

En la consciencia se va abriendo una luz….

Sí, lo recuerdo, las guardé con otras pertenencias “importantes” en no sé dónde en algún lado para que no se perdiesen. Ni recuerdo el lugar, ni las otras cosas, sí que lo hice…. Por mucho que me esfuerce en pensar y en buscarlas, el hecho es que al día siguiente me voy al trabajo sin las llaves y con bastante malhumor.

Esa fue la tónica de ese primer día. Ya hacía tiempo que venía sintiendo ganas de cambio. Llegué de rebote y no pude integrarme en el grupo de trabajo, tan solo con un compañero de una categoría similar. En las reuniones, para mí interminables y muy poco efectivas, solo oía quejas y atribuciones de culpa al exterior. Yo misma me fui excluyendo y callando… más de manera pasiva que asertiva, todo sea dicho. El trabajo se dificultaba mucho y los resultados eran poco visibles.

Retomando mi relato, esa jornada laboral terminó, no así mi malhumor, in crescendo al no aclararme a aparcar ¡en mi nueva plaza de parquin! Mis pensamientos y emociones no eran muy tranquilas. ¿Dónde están las llaves? Busco y rebusco sin éxito en mi cabeza, enfadándome cada vez más. En ese estado, buscando aparcamiento, de golpe me vino.

 

Aún me recuerdo en el coche riéndome sola. El motivo de mi enfado era un acto fallido.

Al visualizar las llaves en casa, me decía a mí misma con gran convencimiento: “Me he de marchar”.

Subí a casa, fui directamente a dónde estaban y las dejé a la vista para el día siguiente. El acto fallido me reveló que no quería ir. Al mes escaso, estaba en un nuevo puesto de trabajo, mucho más atractivo para mi en lo profesional, empezando a integrarme en el nuevo equipo, en el cuál he aportado y me ha aportado infinitamente más que lo conseguido hasta ese momento. Siempre lo agradeceré.

Gracias por su lectura. Para cualquier comentario o cuestión, no dude en ponerse en contacto con nosotros.

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¡Gracias!

Psicología y Coaching PS|CO

 

Maite García, Psicóloga Clínica y Coach, PS|CO

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